¿Has sentido lo complejo que es el amor? ¿Sabías que este sentimiento puede estar presente con las marcas que consumes?
Recientemente, se ha popularizado el término del amor propio como una bandera de resignificación ante un concepto tan complicado como lo es el amor. Sin embargo, la mayoría de las definiciones convergen en la creación de un vínculo en el que existen el deseo, la atracción y un sentimiento de bienestar.
El amor dentro de la publicidad, no solo está al realizar algún contenido o alguna publicidad sobre el tema y cómo los humanos se relacionan, sino, de cómo una persona puede amar a una marca. Lo cual, incluye todos los significados que dotan a una empresa como lo son; el logo, nombre, valores, productos, símbolos e imágenes.
Cuando uno se enamora reconoce esa fragancia, ese olor que se desea tener por el mayor tiempo posible; se observa con detalle la belleza sublime, se puede sentir con gozo cada textura, el sonido de su voz logra tranquilizar y alimentar el alma, mientras que en la ausencia genera una sensación de tristeza. ¡Qué complicado es el amor!, ¿cierto? 🥰 Estos sentimientos son solo un ejemplo de lo que un consumidor puede sentir por su marca favorita, es decir, por una lovemark.
El amor lo puede todo, incluso para vender, pues a través de las lovemarks se puede tener una conexión emocional y un vínculo entre los consumidores y las marcas. Este término fue propuesto por Kevin Roberts, uno de los más grandes exponentes de la publicidad en 2004.
Se debe entender que si solo se quiere vender un producto, se quedará con una publicidad obsoleta. Para ser un producto memorable se debe generar una percepción acompañada de sentimientos, experiencias y satisfacción. Para lograr esto, Kevin Roberts menciona que: “para que las grandes marcas puedan sobrevivir, necesitan crear lealtad más allá de la razón. Esta es la única forma en la que podrán diferenciarse de las millones de insulsas marcas sin futuro. El secreto está en el uso del Misterio, la Sensualidad y la Intimidad. Del compromiso con estos tres poderosos conceptos surgen las Lovemarks, que son el futuro más allá de las marcas.”
Es complejo amar, sin embargo, hay ocasiones en las que también es peligroso. Tal como lo define Kevin Roberts, se llega a dejar la razón de lado, para ser guiados por el sentimiento. Se entiende que las marcas buscan vender, sin embargo, es importante no aprovecharse de los vínculos generados con los consumidores y mantener una relación en donde se busque el bienestar de los clientes, no solo de la economía de la empresa.
Aunque parezca difícil de comprender, las personas realmente se ciegan con las marcas, incluso más ahora que nos encontramos en un mundo digital, donde lo no tangible, el seguir la tendencia, el consumismo y el retratar el narcisismo en las redes está en auge.
Lo peligroso del amor, sea a una marca o a una persona, es cuando una de estas partes se aprovecha de la otra. 💔 Si bien, aspirar a ser una marca querida por el público es algo plausible, y más si se logra, se debe mantener siempre esta relación con ética y sin manipulaciones, porque ¿qué hay mejor que amar libremente?
Como en toda relación (o al menos en las más sanas), debe de existir una correspondencia entre lo que se obtiene y lo que se da. En el caso de las marcas es necesario que no solo busquen obtener mayores ventas a través de este método, sino que se comprometan a comprender a su público objetivo, que entiendan cuáles son sus dolores, de qué manera los pueden ayudar, cuáles son sus aspiraciones y cómo pueden lograrlo si están juntos. Es decir, las marcas deben ser íntimas y escuchar lo que sus clientes quieren, pues ¿a quién no le gusta sentirse escuchado y que le den atenciones?
El amor no tiene límites, pues incluso a través de solo interacciones por redes sociales han surgido noviazgos y enamoramiento de las personas. Lo mismo sucede con las marcas, no importa que sea un negocio digital, lo importante es cautivar por medio de la comunicación, seducir con el producto y mantener el interés a través de la sorpresa, pero sobre todo, el generar una intimidad en donde se conozcan ambas partes.
Algunas marcas han olvidado que se dirigen con personas, no con materialidades ambiciosas como las tarjetas o el dinero. Se debe seducir a través de los sentidos, generar experiencias, ser parte de la vida diaria y crecer junto a ellas. Con esto es posible convertirse en una lovemark, pero de serlo se debe ser una marca con ética, con responsabilidad por lo que se vende y sobre todo que dé el mismo amor a quienes lo consumen, de lo contrario solo será parte de un amor tóxico, de ese del que ya estamos cansados todos.